miércoles, 26 de octubre de 2011

¿COMO SALIMOS DE ESTA? IDENTIFICAMOS NUESTRO ROL Y LO ASUMIMOS CON RESPONSABILIDAD

Vuelvo a la pregunta del principio, entiendo qué ha pasado, por qué ha pasado y cuál sería la solución, inviable, imposible, pero solución al fin.  ¿Y ahora qué?  ¿Puedo hacer algo al respecto?  A priori nada, David contra Goliat.

Aunque si nos organizáramos algo sí que podríamos hacer.  Nos queda algo con qué presionar para que se haga algo realmente y que nos escuchen, nos tomen en cuenta y nos respeten. 

Me aburre mucho y muchísimo escuchar noticias sobre “los mercados”.  “Los mercados” se levantan con mal pie, les sienta mal el desayuno, no les gusta algo y zas, las bolsas se desploman.  Ahora que si por el contrario “los mercados” se levantan bien, desayunan bien y encima sale el sol y ven pajaritos cantando, pues las bolsas tienen un respiro.  No sé quienes están detrás, ni sus nombres, pero me ha quedado claro que mi presente y mi futuro dependen de “los mercados”, de cómo estén, se sientan hoy día y cómo vean el futuro.

Dado que todas las modas se pegan, propongo que nosotros (aquellos que no queremos pagar para llenar la tienda de perfumes nuevamente, los perfumes que otros se llevaron y que sabemos dónde los tienen…) también nos podamos constituir como “mercados”, sería el “mercado de los consumidores” (al fin y al cabo, es lo único en lo que pintamos en esto, somos consumidores y nada más, paradójicamente, los mismos a los que dejan en la calle y con los cuales cuentan para colocar sus maravillosos productos, pero sería para otro momento este debate). 

Y una vez constituidos como los mercados, pues como buenos alumnos hacemos lo mismo, pero con un poquito más de rigor.  Es decir, no nos afectará el desayuno, si hace sol o no, o si los pajaritos cantan.  Nos afectarán las noticias que nos den. 

Nos afectará mucho saber si una empresa que obtiene ganancias, aún así decide despedir a 20.000 o 30.000 empleados en todo el mundo, como acabo de leer hace unos días.  Nos afectará mucho saber si una empresa traslada toda la gestión de su venta por Internet a otro país del mismo continente donde tiene una fiscalidad que le beneficia, en lugar de hacerlo en su país de origen, también lo leí pero hace unas semanas.  Realidades como éstas son las que nos afectarán y nos impulsarán a comprar o no en determinados negocios, empresas, etc. 

Decidiremos de quién seremos clientes, o mejor dicho, quiénes se merecen que nosotros seamos sus clientes.  Vamos, que miraremos mucho y muy bien a quién le damos nuestros euros, dólares, pesos, yenes y cualquier otra moneda en la cual percibamos nuestros salarios y fomentemos su avaricia.

Que si nos afecta una noticia de estas, pues entonces “los mercados” podrán desestabilizar las bolsas, las empresas y lo que nos pongan por delante.  Si fuera así, solamente si fuera así, se pensarían dos veces las cosas y nos tendrían en cuenta.  Ahora que podemos ponernos todos en contacto fácilmente, ¿por qué no nos coordinamos y lo hacemos?

Recuerdo algo que leí hace no mucho, en un comentario de un lector a una noticia en un periódico digital “tu euro es tu voto”.  Si coincides en que voto es un deber y un derecho, pero que consigue más bien poco, porque solamente colaboramos eligiendo a los actores principales de la obra de teatro, pero no a los guionistas; piensa que hoy por hoy, vale más tu euro como consumidor que tu voto como ciudadano.  Además como ellos, puedes cambiarlo cada día, a cada instante y a cada momento y no cada 4 o 5 años.  Que hoy te lo doy a ti, que mañana no te lo doy y se lo doy a otro.  Muchos esfuerzos han de hacer para que se los confíes cada día.  Mucha incertidumbre y sosiego pasarán, si antes de tomar ciertas decisiones, piensan en las consecuencias que esto va a tener en “el mercado de los consumidores”. 

¿Te imaginas por un solo instante el siguiente notición?  “El mercado de los consumidores ha reaccionado negativamente ante el anuncio de la empresa … que anunció en el día de ayer, … despidos a nivel mundial, a pesar de registrar beneficios netos por un valor de … en el pasado año.  Rápidamente y a través de las redes sociales, se alinearon sus integrantes y acordaron su falta de confianza en la empresa … buscando alternativas de consumo para este tipo de bien o de servicio.”

¿Qué estamos esperando?

¿COMO SALIMOS DE ESTA? COMENCEMOS ANALIZANDO CÓMO HEMOS ENTRADO…

Es genial la frase que dice que “no existe callejón sin salida, ya que la salida es el sitio por donde hemos entrado”.  Le encuentro varias aplicaciones a muchas situaciones cotidianas; además de reafirmar el concepto de saber encontrar (a pesar de que normalmente la salida y la entrada son diferentes y hasta a veces opuestas; el saber ver que pueden coincidir, o que podría ser la única solución, me reafirma este concepto).

En este caso le encuentro aplicación a la situación de crisis que padecemos en muchos sitios, a esta situación de inestabilidad, de cambio, de reorganización, de ruptura de conceptos y realidades o de oportunidades, como queramos llamarle.

Para entender qué ha pasado para que estemos en donde estamos, me permito recomendar la película Inside Jobs.  Cuando acabas de digerir el bombardeo de información al que has estado expuesto, se te abre todo un mundo de interrogantes que podrían resumirse con un ¿Y ahora qué?

Aplicado toda la lógica posible que le cabe a esta situación y reduciéndola a lo más simple, dejando de lado análisis financieros, económicos, políticos, etc, creo que si ponemos al ser humano en el centro de todo, encontramos la respuesta y la fácil o imposible solución.  Se solucione o no, por lo menos ahora yo, por mi parte lo entiendo.  En análisis es simple y consta de 3 pasos.

ANTECEDENTES
Partiendo de la base de que estamos ante una gran estafa financiera a nivel mundial y consentida por TODOS (Gobiernos, Entidades Financieras, etc.), estamos hablando lisa y llanamente de un robo, hurto o como se le quiera llamar (siendo exactos, he mirado las definiciones en la RAE y sería hurto, dado que no nos han robado empleando “violencia o intimidación sobre las personas, o fuerza en las cosas”).  El hecho de que hayan creado mediante instrumentos financieros complicados unos beneficios ficticios y que además se hayan apropiado de ellos, no deja de ser diferente del que entra a una tienda y sale con un perfume escondido en el abrigo o el bolso.  Es igual.

PRIMER PASO
Creo que se podría hacer una clasificación burda y llana de los seres humanos en dos grupos, los que roban o robarían si tuvieran la oportunidad y los que no roban o no robarían si se les presentara la oportunidad.

Está claro que todos los que han participado de esto, pertenecen al primer grupo, porque si hubieran pertenecido al segundo grupo, no habría pasado nada.  Vaya mala suerte hemos tenido… pero lamentablemente en este caso no podemos hacer nada.

SEGUNDO PASO
¿Por qué de todos los que estarían dispuestos a llevarse algo de una tienda sin pagar, solamente ejecutan el robo algunos pocos?  La respuesta es simple, porque han podido hacerlo.  Ahora hay alarmas y otros sistemas de vigilancia que ponen las cosas difíciles, requiriendo cada vez más un nivel más alto de pericia en este arte de salir sin ser pillado.  Por tanto, volviendo a los expertos, vamos los que tienen el Master en esto, vale la misma respuesta.  Si lo han hecho es porque uno, estaban dispuestos y dos, han podido hacerlo. 

En este punto si que han fallado muchos, es decir TODOS los que permitieron que esto pasara y TODOS los que han puesto todas las facilidades para que esto pasara (me remito a la película nuevamente, allí los podrán identificar claramente).  Parecería ahora que estamos por ver si modificamos algo, para no facilitar las cosas o no permitirlas, pero de momento, nadie ha sido penalizado, y ninguna regulación financiera local o internacional ha cambiado para evitar que esto pase.

TERCER PASO
¿Por qué en lugar de llevarte SOLAMENTE un frasco de perfume de una tienda que no tiene alarmas ni cámaras de video vigilancia, ni sistema alguno de seguridad, te llevas TODOS los perfumes?  Simple respuesta nuevamente, porque tienes dónde esconderlos, un lugar seguro, donde nadie PUEDE ni QUIERE buscar.  Todos sabemos dónde está, pero está tan perfectamente regulada la invisibilidad que NUNCA nadie irá a buscar allí, es más, sería ilegal hacerlo.

En este último paso, sinceramente, creo que nunca se hará nada.  No deja de ser una pena, porque allí tenemos las respuestas de QUIÉNES se han llevado CUÁNTO y si pudiéramos acceder al CUÁNTO, no serían necesarios ajustes, recortes, esfuerzos y sacrificios por parte de todos los demás, que jamás saldríamos de una tienda con algo que no hemos pagado.

Y si supiéramos el QUIÉNES podríamos hacer algo al respecto, para que si por esas casualidades de la vida, se les presentara nuevamente la oportunidad de repetir el hecho, se lo pensaran dos veces, no sea que lo que hacen tuviera alguna consecuencia.  

ENCONTRAR LA PERFECCIÓN ES POSIBLE

Según la RAE, lo perfecto es lo que tiene el mayor grado posible de bondad o excelencia en su línea o lo que posee el grado máximo de una determinada cualidad o defecto.  También nos define al perfeccionista como la persona que tiende al perfeccionismo que es la tendencia a mejorar indefinidamente un trabajo sin decidirse a considerarlo acabado.

Confirmo con todas estas definiciones la “mala prensa” que tiene el ser perfeccionista y lo complicado que es para las personas en el mundo de hoy, pensar que nada es perfecto y que todo es mejorable.  Cada día podemos constatar que la justicia es un concepto y no una realidad; que el obtener lo que queremos, deseamos o merecemos es cada vez más difícil. 

Nos han enseñado a dar cada vez más, a hacer un poquito más cada vez, pero por el contrario, estamos recibiendo cada vez menos a cambio, más horas de trabajo por menos salario o peores condiciones laborales.

Evidentemente la consecuencia lógica es la permanente sensación de insatisfacción que nos general el día a día.  Tengo que encontrar un mejor trabajo… mejorar, mejorar, y siempre mejorar.  ¿Cómo lograr entonces sentirse medianamente feliz y satisfecho?  ¿Acaso es que no tenemos suficiente?  ¿O es que solamente nos motiva pelear por nuestros sueños la constante insatisfacción? 

Situándonos siempre en el punto justo y dándole a todo en su justa medida, evidentemente que el querer mejorar, cuando hay margen para hacerlo, es la única manera de lograr acercarnos a esa perfección tan deseada y a la sensación de satisfacción que provoca el trabajo bien hecho.

Ahora toda esta teoría puede volverse en nuestra contra, cuando la situación es adversa y no hay margen de mejora, sino la aceptación de una situación, la cual podrá ser revertida en el futuro, cuando las condiciones que nos rodean cambien o cuando nos encontremos mejor preparados para ello.  ¿Qué hacer entonces?

A veces funciona el siguiente razonamiento, intentar engañarnos a nosotros mismos, cuando vemos que realmente las cosas no dependen de nosotros y que no hay nada, absolutamente nada que podamos hacer, que ya no se haya hecho o intentado.  Y es el poner a uno mismo en el centro del análisis, en lugar de poner al objeto, situación, o persona a los que normalmente hacemos la valoración, entonces el resultado cambia radicalmente.

Un claro ejemplo que se podría vivir hoy en día.  Podemos sentir que el trabajo que tenemos no es el que quisiéramos tener, aspirar, desear, pero es el que tenemos.  Seguramente en varias ocasiones, nos hemos amargado literalmente con frases como “tantos años trabajando de la manera que lo hemos hecho para acabar así, haciendo esto o en esta empresa”.  Acto seguido, este elemento tan distorsionante lo contextualizamos con la situación que se está viviendo actualmente y pensamos que bueno, que se podría estar mejor pero también peor.  Pero evidentemente este análisis no consuela a nadie.  Porque habla de los demás y no de la situación que uno vive.  “Peor estaría en el paro, pero no lo estoy y a pesar de tener trabajo, tampoco me siento satisfecho, más bien insatisfecho”.  Y nuevamente a sentirse mal, una bola de nieve que nunca acaba.

Lo que propongo es contextualizarlo con el resto de elementos que componen nuestra vida y podríamos llegar a la sorprendente conclusión de que sí que es el trabajo perfecto, para la situación en la que nos encontramos ahora.  Lo mismo podría pasar con una pareja, un proyecto, o cualquier otro elemento que compone nuestra vida. 

A veces el razonamiento podría mostrarnos lo contrario, que cuando empezamos en este trabajo, o con esta pareja, sí que eran lo perfecto para ese momento en el que estábamos, que era lo que queríamos y buscábamos; pero ahora, hemos cambiado por diferentes circunstancias y por esto, ya no nos parecen tan perfectos. 

Podemos ver en este caso, que el concepto de perfección no pertenece totalmente al elemento que valoramos (el trabajo, la pareja), sino a la situación que estamos viviendo cada uno de nosotros en el momento actual (el trabajo que YO tengo ahora, la pareja que YO tengo ahora). 

¿Qué logramos con esto?  Por una parte no descargamos toda nuestra ira en elementos que podría ser que no hayan sufrido cambios en sí mismos, sino los que podría ser que los que hayamos cambiado seamos nosotros y nuestras circunstancias. 

Si llegamos a esta conclusión, podríamos también dejar de martirizarnos con las decisiones tomadas en el pasado, que si nos hemos equivocado, que nunca debimos haberlo decidido así.  Seguramente para ese momento, era la mejor decisión.  Ahora mismo, si tuviéramos la posibilidad de elegir nuevamente, igual no lo hacíamos de la misma manera, pero ahora no tenemos esa oportunidad. 

También sin caer en el cómodo conformismo, podemos evitar caer en el incómodo disconformismo, que podría hacernos ver las cosas peor de lo que están o de lo que son.  Para pasar a un punto medio de aceptación transitoria de situaciones o elementos que cambiaríamos si tuviéramos oportunidad, pero como no la tenemos, le vemos lo positivo que tienen, aún sabiendo que en cuanto nos surja o podamos buscar la oportunidad, los cambiaremos.

Dejemos el buscar, para cuando antes no nos haya sido posible el saber encontrar.  

viernes, 11 de febrero de 2011

ENCONTRAR EL PUNTO DE PARTIDA

"NADA SE CREA, NADA SE DESTRUYE, TODO SE TRANSFORMA"  (LAVOISIER, FÍSICO FRANCÉS)

Esta teoría física, es una de las más populares y se ha convertido en una frase célebre.  Mil veces utilizada, porque según el contexto en el que se aplica, puede tener una lectura diferente.

Creo que encierra sabiduría espiritual, y la lectura que me apetece hacer ahora es la que se encuentra en sintonía con la idea original de encontrar y no buscar. 

El destruir, o la necesidad de destruir implica el catalogar algo como totalmente defectuoso y el desecharlo, porque no logramos identificar nada positivo y rescatable; con el peso que eso conlleva.  Por tanto, no lo veo como un punto de partida necesariamente bueno, ya que sería muy doloroso el empezar necesariamente partiendo de la destrucción de algo, una experiencia, un sentimiento, lo que sea.

El crear, si que implica un proceso positivo, en el cual todos a simple vista queremos estar involucrados, ya que su destino final, es indudablemente un resultado positivo.  En lo que me falla también es en el punto de partida, ya que podría no llegar nunca.  Me explico, cuando creamos, necesitamos ingredientes, elementos, factores, recursos, los cuales no siempre tenemos a nuestra disposición y la sola carencia o inexistencia de uno de ellos, puede hacernos desistir del intento.  Además de acercarnos también a la teoría perfeccionista de que necesito crear algo a mi medida, para mi necesidad y mi situación.  Lo descarto, casi será insatisfacción segura.

El transformar sí que me gusta; y me gusta mucho.  Para empezar tengo algo con que comenzar, el “algo” que transformo, ya lo tengo, solamente tengo que darle la vuelta, mirarlo en 360º grados y varias veces si fuera necesario.  Y además, si lo califico como susceptible de ser transformado es que le estoy viendo además, algo positivo, algo rescatable, algo que con unos retoques, ya me sirve, me es útil.

El “algo” lo tenemos ya, las experiencias que vivimos y las situaciones a las que estamos expuestos día a día.  Por nefastas que hayan sido creo que el plantearnos destruirlas, olvidarlas, pisotearlas, derrumbarlas y cualquier otro verbo parecido, sería transitar voluntariamente en un camino doloroso y con dudoso final.  Recurro a otra frase célebre “lo que mal empieza, mal acaba”.  Está claro que algo que nos propone sufrir como punto de partida, dudo mucho yo, que me lleve a sentirme bien, lo dudo realmente.  Definitivamente, creo que no hace falta sufrir para lograr algo bueno.

Y siguiendo situados en el peor escenario (siempre las teorías se basan en el peor caso, para predecir el peor resultado y de ahí a mejor), el olvidarlas para crear algo nuevo, tampoco me seduce mucho, para ser sincera.  La aceptación, la cual requiere cuotas de sabiduría y madurez, me parece que es lo menos que podemos darle a las cosas que vivimos.  Aceptarlas en el sentido de que nos han pasado o nos pasan, nos guste o no, lo queramos o no.  Llegados a este punto, podemos utilizarlas como el correcto punto de partida, viéndole lo positivo y si no lo tiene, pensando que tenemos que construir una realidad diferente o seguir nuestro camino, pero asumiendo lo que nos ha pasado.

Todos sabemos o creemos saber a dónde queremos llegar y creo que esta teoría nos propone lo más interesante, escoger el correcto punto de partida, entendiendo por correcto, por el será el mejor para nosotros.  No nos obliga desechar, nos obliga a rescatar, a aprovechar y nos propone integrarlo con lo nuevo que necesitamos para llegar a lo que nos proponemos.

VIDENCIA E INVIDENCIA, ENCONTRAR SU CORRECTO USO

Tengo la impresión de que por una parte tenemos la habilidad de tener las cosas delante y de no verlas, de no verlas lo suficientemente perfectas para nosotros.  Vamos, que parecería que estuviéramos programados para perdernos lo bueno, buscándole defectos a las cosas, perdiéndonos en la eterna búsqueda de lo que nos hará feliz, lo que realmente necesitamos y con la rutinaria sensación de insatisfacción, de no ser plenamente felices, estables, satisfechos, hasta que lo consigamos.

Parecería también, en sintonía con lo anterior, que cada cosa mala que nos sucede, cada resultado adverso, nos lo hemos buscado, nos lo merecemos, algo habremos hecho para que pasara.  Y surge inmediatamente el inconsciente “si hubiera”, referido a la “otra opción” que es la que evidentemente no hemos escogido. 

Alternamos la videncia y la invidencia, en ambos casos no precisamente para estar mejor, sino en algunos casos para sufrir inútilmente.  La invidencia que no nos permite ver lo que tenemos delante, porque estar está, pero no lo vemos y en primera instancia porque no lo queremos ver.  La videncia que nos permite ver el más allá, realizando predicciones como los videntes, de lo que podría haber pasado de forma diferente, a la que definitivamente ha sucedido.

A partir de ahora intentaré aplicar la videncia en mi diario propósito de ver, oler, sentir, escuchar, todo lo que tengo a mi alrededor y que es positivo para mí; y que evidentemente, a día de hoy, tengo la clara certeza que me estoy perdiendo.  Y por el contrario utilizaré mi invidencia para no ver, no oler, no sentir, no escuchar, lo que no es positivo para mí.

Seguramente las cosas no cambiarán, pero tengo la curiosidad de comprobar cómo a pesar de ello, yo me sentiré diferente.

jueves, 30 de diciembre de 2010

ENCONTRAR A LA PERSONA QUE BUSCAS, DEPENDE INICIALMENTE DE TI

Siempre tuve la fantasía de que para conocer realmente el amor de pareja, tenía que encontrar al “hombre de mi vida”.  Era algo muy simple y sencillo, “encontrarlo”, dado que en cuanto lo viera, pensaba yo, me daría cuenta que se trataba de él.  No podía describirlo, solamente sabía que él se debería interesar primero en mí y que yo debía darme cuenta que se trataba del hombre que estaba esperando.  Suena fácil, no?  Aunque claro, si quitamos a los que no se habían interesado primero, ya teníamos pocos y de esos pocos si yo no me “daba cuenta”, seguía sin encontrar. 

Hasta que un día le conocí, sí que se cumplió la primera premisa, se interesó en mí, pero para ser sincera, no tuve el feeling inmediatamente de que se trataba de él.  Pero claro, sembró mi duda cuando me dijo algo que me dio la pista de que podía haberlo encontrado.  Me dijo “no busques más, yo soy el hombre de tu vida, con el que te vas a casar y vivir toda tu vida, da igual a quienes hayas querido antes, no me interesa que puedas dudar, porque no vas a dudar, soy yo quien buscas,  y no hace falta que busques más”.  Evidentemente, pensé que podía haberlo encontrado y que tenía que conocerlo. 

Llevamos más de 15 años juntos y hemos pasado muchas crisis, pero siempre he procurado encontrar en él, al hombre de mi vida, porque cuando le conocí, había dejado de buscar.  Siempre intenté encontrar sus virtudes y no buscar sus defectos, encontrar los momentos en los que me había acompañado, que habíamos compartido y no buscar las veces que sentí que no me había entendido, encontrar las razones por las cuales me había enamorado y no buscar las razones por las cuales no éramos felices en determinados momentos.  Siempre ha sido una elección mía, inconscientemente había desencadenado un proceso, encontrar lo bueno y dejar de buscar lo malo.  Sorprendentemente, cada vez que me proponía encontrar algo bueno, lo encontraba y no necesitaba buscar nada más.

sábado, 18 de diciembre de 2010

¿BUSCAR O ENCONTRAR?

Según la RAE “buscar” es Hacer algo para hallar a alguien o algo y Hacer lo necesario para conseguir algo.  También dice que “encontrar” es Dar con alguien o algo que se busca y Dar con alguien o algo sin buscarlo.

Por tanto, definitivamente prefiero “encontrar” a “buscar”.  Creo que puestos a elegir no queremos buscar la felicidad sino encontrarla, no queremos buscar al hombre o la mujer de nuestra vida o el amor, o el trabajo ideal o lo que sea que queremos conseguir, sino que lo que queremos es encontrarlo. 

Si es cierto que algunas búsquedas son procesos enriquecedores que al fin y al cabo nos aportan más que la consecución del objetivo que perseguimos, si con ellas logramos un crecimiento o transformación.  Pero es evidente que en nuestro día a día, el estar permanentemente buscando,  nos lleva a la eterna insatisfacción.  Cuando sentimos que estamos a la espera de determinados objetivos, tenemos la certeza de que todo cambiará o todo comenzará o todo será diferente a partir de que los logremos.  Inconscientemente estamos eternamente insatisfechos, a la espera de algo que se resuelva o se concrete.

Me viene a la mente la imagen de las rebajas, cuando la gente sale de rebajas en busca del objeto preciado, aquello que necesita o aquello a lo que le ha echado el ojo y pretende encontrar a bastante mejor precio.  Se busca, se mira, se examina todo y cuando finalmente se decide por algo, el sentimiento de satisfacción es enorme.  Lo he encontrado, tanta gente detrás de esto y me lo he podido quedar.  ¿Era lo que quería?  ¿Era lo que buscaba?  Depende, a veces sí, a veces no, simplemente es perfecto porque cuadra.  O era lo que necesitaba y lo encuentro más barato; o no lo necesitaba, pero me será útil en algún momento y además a este precio, no podía dejarlo pasar.  Miles de razones o razonamientos, pero el sentimiento es el mismo, lo he encontrado y a mejor precio. 

Todo esto estaba ayer ahí, pero hoy se ve mejor, porque nos lo han rebajado.  Y yo me pregunto, ¿cuántas cosas tenemos ahora, aquí  y no hemos identificado como lo que estamos buscando?  ¿Será que necesitamos que nos las rebajen, para sentirlas más a nuestro alcance?  ¿O será simplemente que debemos nosotros ponerlas a nuestro alcance, con el simple hecho de identificarlas, sentirlas o vivirlas? 

No se trata de buscar, sino de encontrar, de identificar de entre todo lo que tenemos a nuestro alcance, lo que nos rodea, lo que hemos conseguido con esfuerzo y lo que nos han regalado; lo que estamos buscando.  Muchas veces nos olvidamos de todo esto y seguimos buscando incansablemente, ya no sabemos qué y puede convertirse en un proceso infinito o peor aún, en una conducta de vida.  Pero si encontramos, además de sentir la satisfacción del resultado, del proceso resuelto, dejamos de buscar y disfrutamos lo que hemos encontrado.

A partir de ahora intentaré encontrar y seguramente dejaré de buscar.